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Afiliados Normales




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Ewan era de esas personas a las que les gustaba llamar la atención. Saber que las miradas estaban posadas en él fuera el día que fuera, y la hora que fuera. El motivo también le daba igual, aunque prefería mil veces que fueses por algo que había hecho a la perfección. Sin embargo, las últimas semanas no estaban siendo muy buenas, así que ser el centro de atención había pasado a segundo plano. Pocas eran las personas a las que el rubio realmente le tuviera cariño. Hasta ahora esas personas únicamente habían sido su hermana Rachel y como no, su madre. Sin embargo, aún recuerda el día en que conoció a Noora. Todo lo que empezó como simples apariencias, terminó pasando a mas. Aquella morena había logrado cautivar al chico de una manera sobrehumana. El problema...era que el joven no gustaba de mostrar sus sentimientos, lo cuál con el tiempo le jugó una mala pasada. Y hasta ese día se arrepentía, sin embargo, su orgullo era mas poderoso que cualquier otra cosa así que a pesar de que la había cago, él seguía en sus trece.

Si teníamos en cuenta que sus pensamientos eran los mismos desde las últimas semanas y que odiaba verse así, no era de extrañar que al final decidiera marcharse aquella noche a tomar algo con algunos de sus compañeros de fraternidad. Lo cierto es que salir de fiesta y estar rodeado de mucha gente y música a todo volumen, apagaba cualquier cosa de su cabeza que no quería escuchar. Ciertamente no dudó en hacer lo que mas le gustaba: coquetear. Sabía bailar y tenía el donde la palabra, así que tardó pocos minutos en encontrarse rodeado de varias chicas mientras el líquido de su copa poco a poco iba desapareciendo. Así con la segunda, tercera y cuarta copa. Hasta que recordó que estaba en plena mitad de semana y que al día siguiente tenía clase. En realidad no es que le preocupara demasiado su falta, pero no tenía ganar de escuchar un sermón por parte de su madre o hermana, por lo que llegadas las cuatro y algo de la mañana, se marchó a la fraternidad.

Al día siguiente el dolor de cabeza era notorio. Sin embargo, no le quedó mas remedio que darse una ducha fría, una sobrecarga de café y vuelta a la Universidad. Tenía un par de horas libres así que decidió irse a la zona de los jardines para tumbarse sobre el césped mientras el sol le daba de pleno sobre su cuerpo, sintiendo calidez. Pero tenía que encontrar el lugar perfecto primero. Su vista iba fija en el teléfono así que apenas se dio cuenta de que estaba a punto de chocar con ella. Al levantar la mirada y verla, la voz le tembló. Casi por instinto, guardó su teléfono en el bolsillo trasero del pantalón y se llevó la mano a la nuca. Esbozó una ligera sonrisa en su rostro y luego hizo un gesto con la otra mano para restarse importancia al choque. - Emm... no te preocupes, yo también iba distraído. - Por mas que lo quisiera negar, podía notar como el nerviosismo se apoderaba de él, sabiendo que en cualquier momento podía comenzar a temblarle la voz. Aquello no era propio dle Omega, sin embargo, tragó saliva e intentó buscar cualquier excusa con tal de iniciar una conversación con Noora. - ¿Estás bien? - preguntó, sintiéndose algo idiota.